miércoles, 6 de junio de 2012


JUNIO 2012

EDITORIAL
DR. ALBERTO AYALA MONTOYA

A CONTINUACION LES VOY A PUBLICAR UNA ANECDOTA MUY INTERESANTE QUE SUCEDIO ESTE SABADO 2 DE JUNIO Y CULMINA EN LA MADRUGADA DEL DOMINGO 3 DE JUNIO. 
ESTE ES EL RESULTADO DE LA FALTA DE CAPACITACION AL PERSONAL PARA ATENDER EMERGENCIAS SUSCITADAS EN DIVERSAS AREAS DE NUESTRO HOSPITAL CON LAS CONSECUENCIAS QUE A ESTO LLEVA.

ESTO FUE PUBLICADO EN EL COLECTIVO PERICU PERO ESTO SUCEDIO EN NUESTRO HOSPITAL GENERAL DEL ISSSTE LA PAZ BAJA CALIFORNIA SUR


Listo el nuevo hospital del ISSSTE en La Paz como sede alterna de la reunión en Los Cabos del G-20 para atender emergencias Mandatarios de 20 países, periodistas y visitantes internacionales podrían ser atendidos Obama, Merkel, Vilma, Hollander, gozarían servicios médicos del primer mundo 


 Por Carlos González Muñoz

 El título es un engaño. Es un “gancho” periodístico, disculpen, porque en su lugar debería leerse: Bomberos rescatan a enfermera atrapada dos horas en elevador del hospital del ISSSTE en La Paz. Director exclama al llegar: “¡Miren nomás cómo quedó la puerta!”. El pasado sábado 2 de junio, a las 22:35 horas, en el primer piso de la clínica-hospital del ISSSTE de la ciudad capital, centro hospitalario de calidad nivel dos inaugurado apenas hace unos pocos meses por el ejecutivo federal, a esa hora una mujer de cuerpo menudo aunque compacto, la doctora interna de nombre Viviana –no pudo identificarse su apellido-, y Jesús Santoyo, jefe de mantenimiento, intentan abrir primeramente con sus manos y después con un delgado tubo quirúrgico que cedió al primer embate, las gruesas puertas metálicas de un flamante elevador marca OTIS averiado en el que una voz femenina en su interior, muy suave, pedía ayuda porque llevaba ya varios minutos intentando activar el botón de la alarma y nada, los demás botones… Era inútil, la puerta no cedía pero si lo comenzaba a hacer su entereza porque la voz se oía débil, lejana. Casi no se escuchaba nada y en esos momentos aún no se sabía con precisión quién estaba atrapado, sólo que era una mujer. “¿Y quién está ahí adentro”, preguntó un tanto de manera despreocupada el pequeño grupo de enfermeras del turno nocturno, arremolinadas alrededor de la doctora Viviana hasta que, tenuemente, entrecortada la voz, se oyó: “Soy Elvia…Elvia Jiménez, enfermera de turno y por favor sigan intentando, ¡ayúdenme!”. El nerviosismo de todos comenzó a ser evidente: eran ya las 23:10 horas. Jesús Santoyo corría de los pisos superiores al inferior, del centro de fuerza eléctrica regresaba al elevador con la esperanza que ya se hubiera resuelto el problema y su compañera de labores, libre, recuperada del mal trago. Casi a gritos, decía, “este elevador tiene una llave, todos tienen pero no las encuentro, no hay llaves de los elevadores, tampoco de los aires (acondicionados)”. Al escucharlo la paciencia de los presentes se extinguió –ya eran más de veinte personas entre enfermeras y doctores, pacientes que salieron de sus camas al escuchar la alharaca, sus familiares con celular en mano capturando el suceso, personal de la empresa privada de seguridad que se unió a las tareas de rescate, destacando entre ellos Rosalío Ramírez-, y al unísono todos empezaron a sugerir ideas: “¿Ya le hablaron a Protección Civil?, ¿a los bomberos?,¿qué hacemos?,¿ hablaste con el director Salas?,¿ya viene?, ¿en donde está Acevedo? (el delegado ”responsable” quien nunca se presentó). “Ponte a brincar en el centro del elevador para que se nivele y chance se abre”, recomendaban sus compañeras enfermeras a Elvia. Saltó y saltó hasta que ¡por fin! la puerta se abrió unos pocos centímetros y se colocó en el espacio arduamente liberado una pequeña escalera metálica a modo de cuña que evitara se volviera a cerrar. Mientras, Elvia se comunicó por celular con Olga Dueñas, Secretaria General del Sindicato de Trabajadores del ISSSTE: ”¡ Jefa, estoy atorada, por favor haga algo, no me deje sola!”. Recién había concluido el festival organizado por el gremio a las madres trabajadores pero Dueñas, entre enfiestada y encolerizada, llegó a las 23:10 horas. De inmediato se comunicó con el doctor Arturo León Salas, director del nosocomio. Se escuchó claramente decirle: “Estas si ya son chingaderas director. No es la primera vez que fallan estos elevadores… ¿Acevedo?, ¿qué dónde está?, ¡ pues quien sabe, llevo más de una hora intentando hablar con él y ni siquiera contesta!, ¡venga usted rápido por favor, no se vale esto que está pasando, por qué la indolencia doctor!”. Cinco, seis llamadas más quien sabe a quién pero nadie llega. A Elvia se le derramaron lágrimas cuando una de sus compañeras pudo extenderle la mano y se unieron ambas. “No te preocupes manita, te vamos a sacar”. “¡Una barreta, consigan una varilla o tubo largo y grueso, la abrimos, ya cedió!”. En el interior del hospital fue infructuosa la búsqueda. Alguien salió y se dirigió hasta las casas cercanas al ISSSTE en donde vecinos solidarios rápidamente encontraron un tubo pesado y largo para ser utilizado como palanca. Estos fueron hasta el interior y se unieron a la multitud concentrada en el primer piso del hospital, atestiguando todos que el esfuerzo era inútil: El material se dobló. Un tanto tardíamente el improvisado colectivo de rescatistas decidió recurrir a los bomberos. Llegaron a los pocos minutos tres de sus elementos acompañados de dos paramédicos de la Cruz Roja. Sus nombres: Alejandro Flores, Antonio Cázares, Alberto de la Vega, Pedro Valdéz y Valeria García, respectivamente. Con profesionalismo pero con mucha enjundia utilizaron primero una barreta. Nada, sólo destruyó la puerta al intentar hacer palanca. “Tráete el compresor y el gato hidráulico”, ordenó el comandante. La herramienta usada en esta ocasión fue más que efectiva y ahora si, a las cero horas con diez minutos del domingo 3 de junio, después de permanecer atrapada por casi dos horas en un espacio cerrado y a oscuras, de 1.5 por 2.5 metros, la enfermera Elvia Jiménez fue liberada de un encierro injustificable aunque finalmente gratificante porquefue recibida con besos y abrazos de parte sus compañeras, Lorena de La Paz Castro Ruiz, supervisora de enfermería, entre otras. “Vete a descansar, hoy ya no trabajarás, hablé con Salas”. “Me voy porque de veras me siento muy, muy mal…nunca había vivido una experiencia como esta…en verdad fue horrible… ¿se imagina jefa Olga que en lugar mío hubiera sido una paciente?, ¿ alguien enfermo de diabetes o del corazón?…¡adiós compañeros, muchas gracias …gracias…” A las 12 y media de la noche terminó la aventura . También la vida útil de un elevador cuyo costo calculado es de casi medio millón de pesos. Con razón cuando llegó el doctor Salas –dice Olga Dueñas- este exclamó: “¡Mira nomás cómo quedó la puerta”. Para información del público derechohabiente del ISSSTE, todos los elevadores de la clínica a partir de esa hora fueron cerrados hasta nuevo aviso… y a caminar solo por las escaleras. (¿Y los enfermos apa?, ¿y su traslado de un piso a otro apa?, ¿y un desalojo por sismo apa? ¿y alguna rampa de emergencia apa? En improvisada charla-entrevista con Olga Dueñas, rodeada de una decena de trabajadores, explota: “Salas no fue hoy al festejo del Día de las Madres. Acevedo, tampoco. Lo sabían ambos…esto que pasó señor Carlos no es primera vez que pasa con los elevadores, ya había sucedido pero no a tal gravedad…son ya varias veces y lo sabían, lo reportamos oportunamente”. “La verdad es que trabajar en esta clínica los fines de semana es como laborar en otro hospital, en uno muy diferente al que se labora entre semana: No hay autoridades los fines de semana, coordinadores, directores, nadie de ellos…de plano no tienen la mínima sensibilidad. Sepa usted que en estos momentos este turno carece de internista, de pediatra…ni médicos internos. Urge un delegado verdadero que haga acto de presencia, que sea autoridad, no que al llegar los fines de semana todo el personal sabe la triste historia que le espera…se nos ha ido la luz, ya vio que pasó con el elevador. Y cosas mucho más graves. Por nosotros, por los médicos, no paramos, aunque la carga de trabajo ha aumentado aquí estamos…” Olga Dueñas justifica su crítica pública y demoledora debido al cúmulo, dice, de “graves insuficiencias con las que se trabaja y sobre todo por la falta de compromiso de las autoridades, de su falta de amor a la camiseta…esa que el personal si lleva bien puesta pero que tal parece a ellos se les olvida muy frecuentemente en su casa…a todos, a los coordinadores, al director…” Está a punto de llorar pero se contiene. Ya para concluir la plática la dirigente sindical confía al columnista que “en los quirófanos se ha detectado contaminación por los drenajes y contaminado las llaves de agua…es algo verdaderamente serio lo que sucede y no se vale…esto está recién inaugurado y hay tantas pero tantas fallas que …ahí la dejamos por lo pronto.” ¿Algo antes de concluir la plática?, ¿qué le pediría a las autoridades del hospital?: “Insisto, solamente que se pongan la camiseta…¿será difícil?”





Ahora ya tenemos un elevador muy costoso descompuesto quien sabe hasta cuando. sera este el primer fosil que quedara para el recuerdo?  pronto lo sabremos.

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CONVOCATORIA

SE LES CONVOCA A TODOS LOS ASOCIADOS DE SOCMEDIS A LA REUNION ORDINARIA QUE SE LLEVARA A CABO ESTE VIERNES A LAS 20:30 HRS EN EL AUDITORIO DEL HOSPITAL DEL ISSSTE 
(NUEVO HOSPITAL)

NO FALTES....

TU PRESENCIA ES IMPORTANTE
Y
NOS FORTALECE

ATENTAMENTE


DR. ANDRES MARES Presidente
DRA. LAURA HORCASITAS Tesorera
DRA. ROSY MORENO Secretaria